A veces tengo la sensación de que la realidad no es más que un servidor corriendo en segundo plano.
Un espacio digital que alguien programó hace eones, lleno de texturas tan perfectas que olvidamos que son código.
Nacemos, aparecemos en el mapa sin instrucciones, sin recordar haber hecho click en “entrar”.
Todo ya estaba aquí: el cielo, los árboles, las leyes físicas. Las normas del juego no se explican; solo se descubren.
Vivimos como jugadores que no saben que están jugando.
Exploramos, construimos, amamos, destruimos… y a veces sentimos ese extraño lag existencial cuando algo no encaja, cuando el mundo parece renderizarse a medida que avanzamos.
Como si solo existiera lo que miramos, y el resto estuviera cargándose lentamente detrás de nosotros.
Y entonces aparece la teoría de los NPC.
Esa idea medio en broma, medio inquietante, que dice que no todos los que vemos son jugadores reales.
Que hay gente que simplemente está ahí para llenar el escenario, como si la máquina no tuviera suficiente potencia para simular conciencias infinitas.
Que algunos solo repiten líneas de diálogo, cumplen rutinas básicas y desaparecen cuando ya no miras.
Y lo peor es cuando lo piensas en serio:
¿alguna vez has visto a tus vecinos sacar la basura?
No digo un “sí, creo que una vez”, sino verlo con tus propios ojos, en tiempo real.
Porque si nunca los has visto, si solo oyes pasos, luces que se encienden, puertas que se cierran…
¿y si son solo parte del decorado?
Las conspiraciones dicen que vivimos en una simulación.
Pero, si eso fuera cierto, ¿cambiaría algo?
El amor seguiría doliendo igual, la muerte seguiría siendo un misterio, y los atardeceres seguirían pareciendo demasiado hermosos como para ser solo píxeles.
Tal vez el propósito no sea salir del servidor, sino entender el juego.
Construir con lo que tenemos, compartir con otros jugadores, dejar huellas, aunque sean de bloques temporales.
Y aceptar que, incluso si todo esto es un código, la experiencia sigue siendo real.
Porque, al final, aunque algunos sean NPCs y otros jugadores conscientes,
aunque el servidor esté lleno de bugs y respawns misteriosos,
lo que sentimos dentro de esta partida sigue siendo lo más humano que tenemos.


